Dice la tradición que, cuando llegó a Cuba, Antonio Llevat, y luego también su hijo, Antonio Llevat Bescoy, se dedicaban a la deleznable trata de esclavos. Esto debió ocurrir en el período comprendido entre 1830 y el final de la esclavitud.
Ahora resulta difícil imaginar que en una época tan tardía existieran esclavos en Cuba. Pero recordemos que aunque España había firmado con Inglaterra un convenio en 1817 donde se comprometía a finalizar con el comercio humano, esto fue papel mojado y el negocio siguió hasta mucho más tarde.
Ya antes, en las Cortes de Cádiz, el abogado español antiesclavista Agustín Argüelles había intentado aprobar en 1811 una proposición para abolir la trata de esclavos. Sin embargo, el diputado cubano Andrés Jáuregui se opuso radicalmente, amenazando con una sublevación contra España si se abolía.
Las amenazas de segregarse y de pedir la anexión a Estados Unidos marcaron las siguientes discusiones y votaciones, donde los diputados cubanos, tanto los criollos como peninsulares se manifestaron a favor de mantenerla.
Aunque el tratado firmado por España e Inglaterra no se cumplió, valió para algo puesto que, en 1842, el representante de la corona en Cuba, el gobernador capitán general Gerónimo Valdés, firmó un reglamento mejorando las condiciones del esclavo. De este documento se desprende la crueldad a que eran sometidos los esclavos por muchos amos.
En la Guerra de los Diez Años, también conocida como Guerra de Cuba (en España) o Guerra Grande (en Cuba) (1868-1878), y que fue la primera guerra de independencia cubana contra las fuerzas reales españolas, de todos los grandes conflictos potenciales, la esclavitud era el mayor.
Los cubanos integrantes del bloque oligárquico que residían fundamentalmente en las provincias de La Habana y Matanzas, se habían opuesto a la Guerra, prefiriendo conservar sus esclavos y plantaciones — manteniendo sus negocios — a la libertad de la Isla.
En plena guerra, en 1870, se aprobaba una ley que fue presentada por el Ministro de Ultramar, 
Segismundo Moret y Prendergast, en la cual se aparentaba terminar con la esclavitud, pero que era inmoral en sí misma, pues proclamaba que eran libres los que nacieran a partir de esa fecha.
Terminada la guerra y perdida por los independentistas cubanos, el Rey Alfonso XII confirmó la continuidad de la esclavitud en 1880 a través de la ley de Patronatos, a pesar de la presión general que el mundo ejercía sobre la metrópoli española. Esa ley concedía de facto una prórroga o periodo transitorio de ocho años adicionales.
A la muerte del Rey Alfonso XII, la Reina Regente María Cristina, en 1886, firmó una Orden Real poniendo fin a los Patronatos, y así terminó oficialmente la esclavitud en Cuba, aunque el último barco que llegó de África cargado de esclavos lo había hecho trece años antes, en 1867. Se calcula que entre 1820 y 1870 entraron en Cuba más de 600,000 esclavos.
Cómo era en aquella época la vida en Isla de Pinos es difícil de imaginar en nuestros días. Sólo es posible encontrar imágenes de la isla fechadas a partir del cambio de siglo. Cuando los americanos consiguieron el control de Cuba en 1898, mucha prensa estadounidense se 
dedicó a ensalzar Cuba y lo cubano, incluida la isla de Pinos. De algunos reportajes publicados entonces hemos extraído algunas imágenes que permiten imaginar cómo se desenvolvía la familia Llevat por aquél entonces.