El Llavat más Payaso (con mayúscula).

Siempre hemos dicho que los Llevat han sido, mayoritariamente, una familia de campesinos. Con sus excepciones, algunas bien notables.

Pero también ha habido actores y hay artistas.

De entre los actores, conocemos dos. El primero es un tal Carlos Llevat. Carlos es un nombre rarísimo en la familia, tan raro que sólo lo han llevado -que sepamos- tres personas de las más de 2500 personas identificadas con este apellido (o sus variantes) en los últimos cinco siglos. Uno de estos Carlos era prestidigitador. Aunque no hemos podido confirmarlo, creemos que era Carlos Llevat Oliver, que se había casado en Barcelona en 1842 y que en su edad adulta fue tejedor, y que vivía en la calle Monarch número 4. Siendo joven consta que era “boler”. Ésta es una palabra catalana que no está en ningún diccionario, pero que interpretamos podría equivaler a “hacer bolos”, es decir a ir por los pueblos haciendo representaciones teatrales. Si nuestra interpretación fuera correcta, entonces Carlos Llevat sería el prestidigitador que actuó en el teatro Cervantes de Madrid en 1842 y en 1847, por cierto, de manera mediocre según la prensa.

Pero el gran Payaso (con mayúscula) de la familia es Miguel Angel Juan Llavat (Llevat de Puerto Rico) *.  Su amor por el circo comenzó cuando era muy pequeño y su mamá (Rosa de Los Ángeles Llavat Angulo) lo llevaba a los circos de carpa que iban a Arecibo. De igual forma cuando niño pasaba horas escuchando los discos de Gaby, Fofo, Miliki, y Fofito: ellos fueron su mayor inspiración en el arte de hacer reír.

Así, cuando fue creciendo, Miguel Ángel trabajaba como ujier y en la vendiendo boletos en los Circos locales. La vida le llevó a Estados Unidos y durante el tiempo que se desempeñó como reportero en una emisora de radio, tuvo la oportunidad de hacer un especial para el circo más grande del mundo en aquel entonces (Ringling Bros). Y a raíz de ese programa, alguien del Ringling Bros con el que entabló amistad le propuso un día…“¿Has pensado en ser payaso?”.

Esas palabras encendieron una luz en su cerebro. Estudió el payaso con maestros en Estados Unidos y poco a poco fue creando un personaje basado en payasos europeos pero con su propio estilo. Una cosa le llevó a la otra y comenzó a trabajar en circos pequeños en Estados Unidos, estuvo un tiempo en Bielorrusia trabajando en un circo un tiempo y al regresar se le abrieron las puertas en un programa del circo de Nueva York más famoso llamado “The Big Apple Circus”. Era un programa en el cual los payasos iban a hospitales a trabajar con niños que tenían enfermedades terminales.

De igual forma, Miguel Ángel trabajó en otros circos de carpa, en posiciones de gerencia, hasta que la industria circense trágicamente terminó en los Estados Unidos y desde ese entonces trabaja en los cruceros.

Miguel Ángel dice: “Sin duda mis años como payaso en el Ringling fueron los mejores y los que nunca olvidaré. La vida en el circo no es para nada fácil, se sufre mucho, pero a pesar de todas las vicisitudes, trabajar con gente de alrededor del mundo enriquece tu vida y tu espíritu y es una universidad que ningún dinero te la puede pagar. El ser payaso me abrió los ojos, y me enseñó a que no importa que la gente se esté riendo conmigo o de mí, lo importante es hacer reír, las risas y las carcajadas son una medicina que ningún médico o farmacéutico te la puede recetar. La risa cura, hace que olvides las cosas tristes, y te ayuda a llevar las cargas de la vida. El ser payaso me enseñó que, desde la posición del tonto, tú puedes observar y aprender a cómo ser un líder. El payaso es un ser que, a través de sus errores, con su corazón, se trata de ganar al público. Gracias a los años que estuve como payaso hoy en día tengo el privilegio de estar en una posición de director y la humildad de ese ser ese payaso que se encontraba en la pista y que llevo dentro, me ha ayudado y me ayuda a manejar mi equipo de más de cien personas a bordo de los cruceros”.

Sin duda es muy interesante cómo, a este niño de una isla, que eligió una posición tan humilde, se le abrieron las puertas para trabajar en los circos más grandes del mundo, y en las compañías de cruceros más famosas.

Hoy Miguel Ángel (fiel lector del blog y del grupo Facebook de la familia Llevat, que acaba de superar totalmente una importante enfermedad) extraña mucho el circo, extraña mucho estar en la pista, pero disfruta de trabajar en su posición actual en los cruceros, dónde -de una forma u otra- el payaso sale de vez en cuando…

¡Muchos éxitos, Miguel Ángel! .

*La historia de la llegada a Puerto Rico del apellido Llevat y su transformación en Llavat está recogida en dos entradas: “Cuándo Llavat es Llevat: de El Moster a Tortosa y a Mayagüez, en Puerto Rico” y en “Los Llavat de Puerto Rico: su historia”.

Pueden consultarse en   https://familiallevat.com/cuando-llavat-es-llevat-de-el-moster-a-mayaguez-en-puerto-rico-mas-familia-en-el-caribe/ y en https://familiallevat.com/los-llavat-del-moster-a-la-selva-del-camp-y-puerto-rico/ .